4 de noviembre de 2009

Jerónimo Londoño Echeverry (Q.E.P.D)

  • 4 de noviembre de 2009
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  • Cortesía: Héctor Fabio Valencia
    Texto completo del documento leído en la Iglesia de San Luís Gonzaga el día de su sepelio, el 25 de octubre de 2.009 (Este documento fue elaborado a dos manos por Javier Marulanda y Héctor Fabio Valencia Aguirre.

    Primera Parte:
    Por Javier Marulanda “Marulo”
    Sevilla se congrega a esta hora para despedir a Jerónimo Londoño, el gran navegante de la vida, el hombre que remo durante 82 años y ayer 24 de Octubre arrió las velas de su barca para arrimarla a la costa de la muerte.

    Este genio de la picaresca y el buen parlar, había nacido en el siglo 20 y aspiraba morir en el siglo 21, vaticinio que se cumplió como él lo había profetizado en un ameno conversatorio. Historia de Sevilla, sin las anécdotas y apuntes de “Morroco” será una historia inconclusa, porque este hombre de memoria prodigiosa era un amante de la fina prosa, del pulido verso, de la buena música, de la agradable bohemia y un estudioso del entorno comarcano durante toda su vida. Conocía con acertada precisión nombres, fechas, escenarios de la Sevilla del pretérito, era una biblioteca ambulante, un libro de consulta siempre abierto, un maestro de la palabra al que se le podía preguntar a toda hora y gracias a su sapiencia, los historiadores de los ultimo tiempos enriquecieron gran parte de la historia de nuestro pueblo.

    La vida será siempre una derrota, dice Cioran. Y Jerónimo era un convencido de ello, el sabia que el plazo se estaba acortando, que sus pasos de trotamundos serian más lentos, su respiración más corta, su mirada más turbia, pero “Morroco” no tenía prisa, ni temor de morir, a la “parca” la trataba con ironía y se daba el lujo de reírse de ella.

    Hace pocos días, tertuliando en el rincón de la Academia, como el cariñosamente llamaba al café Real Madrid, hablamos con el maestro de lo divino y de lo Humano, del amor y el despecho, de la ingratitud y la gratitud, de la vida y la muerte. Le pedí al virtuoso en aquella ocasión, que me definiera su concepto sobre la vida y el genio de la palabra que definía todas las cosas con refranes, aforismos o versos, me contestó:

    ¿Qué es la vida?
    Misterio que me anula y me conforta
    la miro a ratos divertida y corta,
    la veo a ratos fastidiosa y larga.
    No sé si me soporta o la soporto
    Si es leve peso o excesiva carga,
    Loco la ensalzo y ciego la maldigo
    Pero sé que a la postre acabara conmigo.

    En este verso se escondía un discípulo de Cioran, gran maestro de la literatura universal y por eso estoy seguro que Jerónimo recibió la muerte con la misma serenidad que vivió la vida, a la parca no le pidió tregua, ni ella estaba dispuesta a concedérsela, el plazo se había cumplido y sus ojos se cerraron definitivamente para la vida.

    Despedimos en esta hora luctuosa a Jerónimo, pero nuestros corazones le seguirán hablando mientras permanezca viva la palabra, su memoria seguirá presente en ese rincón de la Academia

    Y cada que repasemos la historia de nuestro pueblo la pintaremos con el colorido, la elegancia y el buen humor que aprendimos del gran maestro quienes todavía nos damos el lujo de llamarnos nuevas generaciones.
    Paz en la tumba de este ilustre sevillano.

    Segunda Parte.
    Por: Héctor Fabio Valencia Aguirre.
    Eras prácticamente el último bastión de una generación de hombres duros para la labor y alma generosa.
    Dejas para las nuevas generaciones la evidencia de que ante el rigor del impedimento físico, la consistencia mental les permite a los humanos sobrevivir con la dignidad sembrada en los hombres buenos desde la gestión ovular de sus procreadores.

    Estoy seguro que adonde hayas ido, serás recibido con el mismo cariño que siempre despertó tu presencia en este cósmico lugar.

    Fuiste grande, a tu manera. Fuiste inmensamente rico, virtuoso, dejaste una huella imborrable. Difícil otro “Morroco” tan talentoso y querido como vos, que transporto la genialidad y el talento por los caminos de la vida.
    El ciclo de vida terrestre termino. Y comienza para Jerónimo el otro ciclo, mas allá de lo físico, donde comienza la plenitud, donde el placer del descanso es real, allí donde la verdad es verdad, donde los que dejaron de existir se encontraran en las mismas condiciones. Donde la pobreza y la riqueza no existen y por lo tanto la ambición no está presente. Allí tampoco hay corrupción, porque al lugar donde has ido, solo van los hombres buenos, los que nunca tuvieron el defecto de soñar con demasiado dinero y la incapacidad para combinar la generosidad con la riqueza.

    Cumpliste a cabalidad, fuiste un ser humano excepcional. Para este mundo corrupto y desigual solo tuviste un defecto, que hiciste parte de los buenos.
    Paz en su tumba, mi viejo amigo.

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    |WebMaster - Alirio Acevedo Sánchez|
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