6 de marzo de 2011
De librero a historiador
Rafael Duque Naranjo ha escrito más páginas que Balzac, el célebre escritor francés y esta costumbre la adquirió en su historia de librero en Bogotá. Desde muy joven, el inquieto sevillano, se ganó el diario yantar cuidando con esmero los clásicos griegos, la historia de Pericles, la Elegía de Satán de Baudelaire, la carreta de la Generación del Noventa y ocho; los secretos amorosos de White, el vagar errante del enano Lautrec, las aventuras de Capote y los mafiosos de Chicago, el discurso anticlerical de Bertrand, Ru ssel, los cunnilingus de Miller con las putas baratas de New York, la vida trágica y vagabunda de Barba Jacob, las infidelidades de Mesalina y la vida extravagante de Calígula, el más loco de los Césares romanos.
En su labor de librero se gotereó autores y obras de todas las épocas, jamás compró un ejemplar porque el salario no alcanzaba para darse ese tipo de lujos y si alguna vez compró libro alguno, lo hizo den las librerías de la Diez y nueve, inversión que no llegó a dos pesos.
Rafael es un hombre culto, no habla latín, ni griego; menos inglés o francés, el hombre parla en dialecto Pijao porque es herencia de los indios Burilas, así don Lisandro, su padre, tuviera los cabellos más blancos que las nieves perpetuas.
Leí la obra Cuéntanos, narrativa de la memoria y en ella encontré su historia “aquí vivían los Burilas y los españoles lo quemaron todo”. No me extrañó que Duque Naranjo obtuviera el primer puesto en el concurso patrocinado por el Ministerio de la Cultura en la categoría de adultos mayores, honores que compartió con la señora Daixy Silva de Torres, de Guaduas, Cundinamarca.
Rafael en su historia de investigador, narra cuidadosamente la tragedia vivida por los indios Burilas, nuestros hermanos mayores, de manos de la barbarie española que después del descuartizamiento de América, arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.
En una prosa bien elaborada y guiado por el Diario de la Fundación escrito por don Antonio María Gómez. El escritor Duque Naranjo recapituló los pasos de la fundación del caserío de San Luis, hoy municipio de Sevilla y en cada párrafo fue cuidadoso en citar nombres, fechas y acontecimientos que marcaron la gesta fundadora.
De tanto hojear páginas y escribir papeles, Duque Naranjo ya parece un libro descuadernado, pero a pesar de sus años y del sol que ha caído sobre sus espaldas el hombre se mueve, respira, lucha, trabaja, escribe porque los Duque Naranjo por el lado de don Lisandro y doña Inés nacieron para eso y por esta razón Lisandro, su hermano, llegó donde tenía que llegar y mañana lo podemos ver pisando la alfombra roja, lugar donde llegan los consagrados del cine de todo el planeta.
Al ganar la distinción antes mencionada, a Rafael se le subió la temperatura a cuarenta grados centígrados y en menos de lo que canta un gallo, escribió una nueva historia del Valle del Cauca, para participar en el concurso Jorge Isaac.
Yo no sé a qué horas y con qué tiempo escribió el sevillano tantas páginas pero que las escribió la escribió, yo que tuve la oportunidad de leer parte del texto doy fe de que le quedó muy bien y el Jorge Isaac se lo va a meter al bolsillo.
Felicitaciones a Rafael y paciencia hermano, que las mejores noticias están por llegar, esperamos ese premio con unos cuantos millones en su haber, para que compre tinto en los cafés de la ciudad.
Autor Javier Marulanda