3 de abril de 2014

El Teatro Real, “la sala de los grandes espectáculos”

  • 3 de abril de 2014
  • Share
  • Para: Álvaro y Gustavo Noreña. Los arqueólogos de la memoria.
    A propósito de los cien años de Sevilla, Valle.

    Tal vez para las nuevas generaciones de sevillanos, el Teatro Real, no signifique mucha más de lo que es ahora, un espacio dedicado a las actividades religiosas. Pero en su época gloriosa fue la “sala de los grandes espectáculos”. Con su estructura de concreto monolítica, en su entrada sencilla se localizaban los avisos de las diferentes películas que estarían durante la semana. Los viejos afiches de los vaqueros con sus sombreros grandes y alones, con su mirada hacia el horizonte y sus revólveres en la mano, la hermosa mujer junto al vaquero y los colores del afiche promocional y a su lado las fotos de diferentes escenas del filme. Las películas mexicanas que llenaron las graderías del segundo piso del teatro, las nuevas películas de directores de cine  como Fellini, Antonioni, Franco Zefirrelli, Buñuel y muchos otros, en una demostración del saber universal que siempre ha estado presente en el suelo sevillano.  Gigliola Cinquetti y “Dios como te amo”, que nos hicieron rodar lágrimas con su romance, las películas de Sandro el cantante y Raphael, con sus monótonas tramas, pero que nos acercaron a las canciones que marcaban esas temporadas. 

    Pero, el mayor espectáculo del Teatro Real, verdaderamente no eran sus películas, su gracia era la continua procesión de personas que íbamos y veníamos de silla en silla, aquellas sillas duras, como de cemento, de colores rojos, el anuncio del vendedor de cremas que era el mismo vendedor de boletas, con su sonsonete de “cremas cremas”, los novios que una vez apagadas las luces del cine se trasladaban junto a sus novias, los zepelines que caían del segundo piso, lugar donde se asentaban los lustradores de zapatos y los jornaleros del café, las siluetas en la oscuridad del teatro. El eterno portero flaco, alto y desgarbado, aquel al cual Esquilo Zuluaga en uno de sus arranques de borrachera, le dio un tiro en el estómago, pero como los héroes del cine, se salvó. 

    Este teatro feo y húmedo, del que todavía recuerdo su olor a película de cine, también fue sala de teatro y en el pudimos observar los mejores grupos de la época: el TPB, a Fanny Mickey, Gustavo Angarita, a Laura García, y además pasaron por él, los alegres cantos de la Negra Grande de Colombia, Totó la Momposina, Rodolfo Aicardi   y muchos  más. Algún sábado, de cualquier mes, durante la época de la creciente fiebre revolucionaria, llegó Camilo Torres Restrepo a Sevilla, y el Teatro Real fue designado para que se dirigiera este famoso cura rebelde desde su escenario. Pues se llenó, se atiborró este teatro y también en la Calle Real la multitud no cabía, esta Calle Real que como hermana siamesa siempre ha acompañado la soledad de esta antigua sala de cine. Camilo, el cura guerrillero, tuvo que salir al parque de La Concordia para dirigirse desde allí a la multitud que lo escuchaba y asediaba.   

    El saber fílmico de los sevillanos se ha perdido, pero en medio del siempre revuelto planeta tierra, durante los años de 1.968, los estudiantes franceses, alemanes y norteamericanos, se rebelaron, nacieron los Hippies, se dio Woodstock, y Paris fue un desorden con sus manifestaciones, su no a la guerra, sus frases simbólicas de prohibido prohibir, haga el amor y no la guerra, y en el cine mundial se presentó un cambio. Los directores italianos y franceses, especialmente, creo yo, dentro de mi ignorancia cineastica, crearon películas como Zabriskie Point, Amarcord, Belle de Jour, Decamerón, y muchas más que fueron un eco de esta transformación mundial. Sevilla y su Teatro Real, no fueron ajenos a esta tendencia. .  En medio de la humedad, en las duras sillas rojas, al lado de los novios y novias, comiendo crema, estuvimos presentes en estos acontecimientos, pues como siempre en la Calle Real también se desenvolvían acontecimientos que gracias a este viejo teatro pudimos conocer y percibir. 

    Las películas del conde Drácula, interpretadas por el famoso actor Christopher Lee, el actor que más veces ha interpretado al conde Drácula en la historia del cine, que llenaron de terror nuestra imaginación,  filmes que fueron frecuentes en nuestra sala de cine y que nos trajeron el amor por el séptimo arte.

    Mi gran amigo, Oscar “el Negro Gallego”, una noche en medio de copas y escuchando un bambuco, me comentaba que de niño, el creía que unas personas se hacían detrás de la pantalla de cine del teatro para protagonizar la película que veíamos. Con el paso de los años la visión de las cosas especialmente los volúmenes se nos hacen realidad, pues de niños, los antiguos objetos, aquellos que creímos de una forma y tamaño determinada, ahora, con los ojos de la tercera edad, adquieren su real proporción. Nos pasamos esperando que esas figuras detrás de la pantalla salieran y el Teatro Real nos permitió creer esta fantasía. 

    Nuestra sala de cine municipal, sin olvidar al antiguo Teatro Alcázar, no tan frecuentado en aquella época, colocaba antes del comienzo de la película, avisos publicitarios que fueron una novedad. Avisos estáticos, sin movimiento, pero que le hacían propaganda al almacén La Economía de Nabor Vásquez, el supermercado El Caviar de la familia Arcila, publicistas innatos, que inventaron rifas, juegos, volantes que promocionaban sus mercancías y otros avisos publicitarios  que nos causaban admiración y le dieron un toque de innovación y actualidad al cinema sevillano. Sevilla es un pueblo de publicistas y de músicos. 

     El acelerado proceso de cambio que vino después, como un vendaval, terminó con las proyecciones de cine, como a los ancianos, ya no se le permitió continuar con su presentación y el Teatro Real, la sala de los grandes espectáculos, dejó de presentar sus películas y sus fotos que fueron su distintivo y su vieja reja metálica, se quedaron atrás y sus luces se apagaron. Este teatro, me deja recuerdos y cariños, como el cariño que como dijo el poeta, “se le tiene a los zapatos viejos”. 

    Por Edgar Álzate Díaz
    Imagen tomada de redes sociales
    Todos los derechos reservados
    |WebMaster - Alirio Acevedo Sánchez|
    Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

    Subscribe