25 de septiembre de 2011

Oscar Peláez Peña

  • 25 de septiembre de 2011
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  • A Sevilla Valle, el pueblo de mis infancias
    Si no fuera la infancia que te nombra
    en la pálida tarde; si mi recuerdo no

    anduviera en la niebla a rescatarte

    de ese henchido lapso que es tu olvido.


    Ahora que en mi garganta crecen sordas

    las flores y los gritos, yo torno siempre

    a mi siembra de semillas de acantos

    dorados.


    Que claras las estrellas iluminando

    en los valles los incendios de las zafras

    y la poblada soledad de los frescos zaguanes

    Desde las ventanas de mi cuarto escucho

    tu soledad; una nueva mañana aletea

    en mis manos dominando mi silencio

    como un ángel volando desde los dinteles.

    ¡Tan separado esta tu corazón del mio!
    Yo regreso a los días de mi niñez, hundido

    entre inmensas montañas…Ardían

    los patios tranquilos con el sol de las tardes.

    hoy todo es cruel y antiguo, se fueron

    los años, quedaron los patios vacíos.


    Para aquellos que empuñan la esteva,

    danzan el arpón o la red, hachan

    altivos troncos o construyen las paredes

    de los rascacielos.


    Para aquellos hombres que siembran

    en tierra generosa o en amargos terrones.


    Para ustedes el canto de dividir el pan,

    el canto de bendecir la mesa,

    el diálogo del amor.


    Oscar Peláez Peña


    Tomado del libro “Sarcófagos de una ciudad amarilla”
    Editorial Endymión 2.004

    Todos los derechos reservados
    |WebMaster - Alirio Acevedo Sánchez|
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