6 de enero de 2014
Natalia Bastidas en el Festival de Música de Cartagena
Natalia Bastidas Colorado, es luthier en
Festival de Música de Cartagena. Desde el sábado 4 de enero se encuentra en este
importante evento mundial.
Aunque su inclinación era por la música,
terminó sintiendo una gran pasión por la construcción de violines y ahora está
entre los dos luthier colombianos que laboran en uno de los eventos de música
clásica más importantes del país y del mundo.
Natalia nació en Sevilla, desde los 5 años de edad
vive Armenia, es fundadora junto a su familia del Festival Nacional Infantil de Música Andina
“Cuyabrito de Oro”, hija del
maestro Tobías, propietario del taller “Musicales Bastidas”, heredera de una
gran dinastía de músicos y artesanos de instrumentos musicales.
¿En qué consiste su participación en el Festival de Música de Cartagena?
Durante esta semana, hasta el próximo
viernes, estaré en la séptima versión del Festival de Música de Cartagena, en
donde estaremos preparando y reparando los instrumentos especialmente de cuerda
frotada —violines, violonchelos, violas, entre otros—.
Además dentro de este evento la fundación
Salvi con la que trabajo, realiza una labor social que consiste en que todas
las personas que vivan en esta ciudad o que estén de paso y tengan instrumentos
y necesiten alguna reparación, nosotros como luthiers hacemos ese trabajo.
¿Por qué fue seleccionada para estar en este evento realizando este
trabajo?
En Colombia la luthería, que es la
construcción de instrumentos musicales, está bien fundamentada en lo referente
a las cuerdas pulsadas como las guitarras, triples, bandolas, etc., pero para
las que se tocan con arco que son las mencionadas en la respuesta anterior, no
hay nada formal en el país, solo hay una carrera técnica en Medellín que ya
hice.
No obstante, desde hace siete años la
fundación Salvi llegó con la idea de iniciar un proceso de formación académica
y con esta institución empezamos aproximadamente 30 luthiers.
Se hizo una depuración del grupo teniendo en
cuenta las aptitudes y la pasión por el trabajo y ahora solo quedamos 10. Hace
seis meses seleccionaron a cinco personas para laborar en unos talleres de
cuerdas que se dictan en diferentes ciudades y a mí me entregaron el taller de
Ibagué, lo que es algo similar a hacer las prácticas de lo que estudio con la
organización en Bogotá. Estando entre estos cinco seguimos en concurso para ir
a Cartagena y aunque el año pasado, cuando seleccionaron cinco personas yo
estuve entre estas, ahora fue más difícil porque solo abrieron dos cupos para
nosotros, y ser seleccionado es complicado por el alto nivel de todos los
compañeros.
Afortunadamente fui escogida para ser luthier
en el festival junto a un compañero que labora en Cali y dos importantes
maestros italianos.
¿Cuál es la relevancia de ser luthier en el festival?
Es muy relevante porque se trata de uno de
los festivales de música clásica más grandes que se realiza en Colombia, y la
calidad de músicos que vienen de todas las partes del mundo, hacen que
internacionalmente también sea muy importante. Es un indicador de que voy por
muy buen camino y para mí es un orgullo.
¿Cómo se mide la calidad de un luthier para que le permita estar en
festivales como el de Cartagena?
Es muy difícil, yo considero que se debe
hacer por el tiempo que se lleve dedicado completamente a esta labor, la
cantidad de instrumentos que haga y la calidad de los mismos. En mi caso en lo
que se refiere a la construcción de violines llevo muy pocos, apenas estoy
terminando el segundo y realicé la restauración de uno de estos instrumentos
antiguo. Pero sí he hecho muchos otros, pero de cuerdas pulsadas, tantos que ya
he perdido la cuenta, pero son aproximadamente 500 elementos musicales.
¿Qué es lo más difícil de hacer un violín?
Las personas podrían pensar que es similar a
hacer una guitarra, pero realmente es muy diferente, son conceptos distintos, las
herramientas que se usan no son las mismas, se necesitan muchas más capacidades
en las manos, lo que definiríamos como motricidad fina, ya que el violín tiene
más detalles, por ejemplo, la cabeza que es el caracol es realmente una
escultura o una obra de arte porque tiene infinidad de detalles. Esto es tal
vez por lo que amo mi profesión, a mí me gusta hacer guitarras, pero sigo mi
labor, más por los violines que pueda llegar a hacer y ese es el punto para el
que me estoy enfocando.
¿Fue por los violines que decidió ser luthier?
El deseo de ser luthier empezó por mi papá,
ya que él se dedica a esta labor y yo desde los 8 o 9 años trabajaba durante
las vacaciones del colegio a su lado y en diciembre hacíamos cuatro o cinco
guitarras pequeñas y las vendíamos y vi que se podía recibir una recompensa por
el trabajo, pero cuando terminé el bachillerato no quería seguir haciéndolo,
por el hecho de que cuando no estaba estudiando mis amigos paseaban o jugaban y
yo debía trabajar y esto no me parecía muy bueno. Yo quería estudiar música
pero mi padre me dijo que primero debía laborar con él durante un tiempo y
después de seis meses fui a un taller con un maestro francés y luego de ver
cómo tallaba un puente de un violín y de escuchar la pasión con la que hablaba
de la profesión, comencé a interesarme más por ser luthier y una de las cosas
que más me impulsó a seguir esta profesión fue que del grupo que asistía a las
clases yo era la menor y él me dijo que de todos yo era la que tenía más
futuro.
Origen de la
noticia: La Crónica del Quindío.