6 de octubre de 2013

El maestro y dramaturgo caicedonita, Enrique Vargas

  • 6 de octubre de 2013
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  • El artista, radicado en Barcelona, España estuvo de paso por Cali. Tras veinte años de ausencia, el maestro y dramaturgo Enrique Vargas, director de la compañía internacional Teatro de los Sentidos, regresa al país.
     
    La mejor televisión que ha visto Enrique Vargas la vio en Caicedonia, su pueblo. Al director y dramaturgo colombiano le gustaba irse alrededor del fogón a escuchar los cuentos de los trabajadores de la finca en la que se crió. No tenía permiso de quedarse hasta tan tarde con los adultos y por eso se ocultaba debajo de la mesa para participar de la jornada lúdica y cultural, y ver cómo cambiaban sus comportamientos cuando eran guiados por la luna.

    Los grandes, sin tener la noción de la presencia del intruso, contaban cuentos y mientras enriquecían sus relatos, Vargas veía desde su posición estratégica cómo se reflejaban las sombras en la pared. Protegido por una tabla y un mantel, era testigo del proceso de transformación de las figuras amorfas en monstruos definidos, guerras totales y castillos encantados. 

    Se formó escuchando cuentos y nutriendo su imaginación. De alguna manera eso era lo que pretendía encontrar en la Escuela de Arte Dramático, en Bogotá. Sin embargo, no pudo repetir el ambiente de la plaza de mercado de Caicedonia, ni la atmósfera que producían los titiriteros y los cirqueros cuando visitaban la región. En la capital halló, en cambio, la disciplina de grandes maestros, y una forma interesante de expresarse a través del teatro, pero no fue lo único.

     “Los montajes que yo realizó están basados en los juegos que yo hacía de niño y reflejan lo que viví en la zonas rurales de Colombia. Para mí, el secreto está en el deseo de volver al espíritu de esos años y eso es lo que me motiva a hacer teatro. Creo que mientras uno más juegue, puede descifrar mayores misterios, que por lo general están ocultos en el juego. Se trata del cómo sin perder el placer de jugar, sin tomárselo muy en serio, llegar a sentir la resonancia de lo misterioso”, comenta Enrique Vargas quien después de su paso por la Escuela de Arte Dramático se inscribió en la cátedra de Antropología Teatral, en Michigan. Allí, comenzó a valorar a Lope de Vega, a Calderón de la Barca, a mirar con otros ojos al denominado teatro clásico, pero también identificó que eso no era lo suyo y que las artes escénicas, por lo menos para él, estaban más relacionadas con experiencias corporales que con poemas de antaño.

    Para adquirir horas de vuelo con su cuerpo, Vargas fundó el grupo teatral de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), realizó un trabajo antropológico con los niños indígenas en Amazonas y Orinoco, se metió de lleno en la cotidianidad de colectivos juveniles en las zonas marginales de la capital colombiana, y colaboró en la conformación del colectivo artístico de la Cárcel Modelo de Bogotá.

    El maestro Enrique Vargas es dramaturgo y antropólogo colombiano de gran prestigio nacional e internacional, quien a lo largo de 40 años ha desarrollado un lenguaje poético de enorme influencia para el teatro contemporáneo. Se inició en el teatro desde muy joven, inventando juegos en los intrincados y laberínticos cafetales del paisaje andino en el que creció. Desde entonces, su trabajo de creación se dedica a la búsqueda de este espíritu de los primeros juegos prohibidos y a desarrollar una poética sensorial que los llene de significado. Con su compañía Teatro de los Sentidos, continúa su búsqueda con la creación de obras que alcanzan un gran impacto internacional, como ‘El Hilo de Ariadna’, ‘Oráculos’, ‘La Memoria del Vino’, ‘El Eco de la Sombra’, el proyecto ‘Habitantes’, ‘Pequeños ejercicios para el buen morir’ y ‘Fermentación’, entre otras.

    El Teatro de los Sentidos, su compañía, es un núcleo estable de artistas de múltiples disciplinas y nacionalidades que colaboran estrechamente desde hace más de 20 años; su trabajo apunta hacia un lenguaje basado en lo no dicho. Siguiendo la huella de tradiciones orales ancestrales, pone en escena el Silencio como condición indispensable para la comunicación entre la obra y el público.

    Hoy, en la Universidad del Valle, mientras dicta la conferencia ‘La poética de los sentidos’, el dramaturgo Enrique Vargas se muestra sereno.
    A sus 73 años, el fundador y director del Teatro de los Sentidos, prepara con su grupo en Barcelona, España, un nuevo montaje de Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas.
    La idea de un teatro que realzara la posición de los sentidos suena un poco extraño, pero el arte de la escucha del que habla Vargas ayuda a resolver la pregunta que él mismo se planteó hace mucho. ¿Cómo contribuir a ser los creadores de nuestra propia historia?

    ¿Qué respuestas ha encontrado a su pregunta?
    Creo que el silencio es esencial, la escucha, y además, saber entender lo que nos rodea es vital para que encontremos como redireccionar nuestra propia historia.

    ¿Cuáles son esos juegos prohibidos a los que se refiere?
    Los límites que nos ponían cuando éramos niños, hasta dónde podíamos correr y por dónde. Cuando uno ampliaba esos horizontes imaginarios se encontraba con mundos mágicos.

    ¿Cree que al crecer se pierde esa pasión por ir más allá?
    No necesariamente, creo que el hombre deja de avanzar cuando se acaba la curiosidad, y eso es lo que nos hace tan diferentes de los niños y de su forma de percibir los sentidos y la realidad que los rodea.

    ¿De qué forma puede contribuir el arte a la situación actual del país?
    El grave error que hemos cometido es que no manejamos el arte de la escucha, el arte de la escucha está en el centro de nuestro futuro, saber escuchar es lograr comprender y eso es lo que le falta a nuestro país, escuchar.
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    |WebMaster - Alirio Acevedo Sánchez|
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