18 de mayo de 2009

Luces para el Camino No.3

  • 18 de mayo de 2009
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  • Intentando cerrar o ampliar uno de los temas que toque en mi artículo anterior “Luces para el Camino No. 2”, donde mencionaba la presión a la que han sido sometidas las familias campesinas de Sevilla a través de la historia para que abandonen las tierras (fincas) y despejarle así, el camino al tan nombrado y deseado “Desarrollo”. 
    Este nuevo artículo hablará de las diferentes estrategias que han caminado y continúan caminando por los corregimientos y veredas como parte del ordenamiento de los territorios, donde en nuestro pueblo Sevilla ¡Tierra de maravilla. Una Ciudad para Querer!, se han manifestado y se continúan manifestando este tipo de políticas, donde los politiqueros de turno local y nacional, han hecho y hacen campaña con ellas. Es algo más para sumar a los hechos, que de manera sistemática, han generado el empobrecimiento de nuestro pueblo.
    Recurriendo un poco a la historia y en aras de buscar incrustarnos en ella, citaré lo que pudo haber sido la primera invasión a territorios en nuestra vida Republicana y la motivación a que pudo obedecer este acto. Es el caso de la extinción de las tierras de los resguardos a mediados del siglo XIX, donde los suelos ya trabajados, fértiles y de posesión milenaria, entran a ser parte de las tierras que poseen los grandes latifundistas exportadores del momento, correspondiendo este hecho a uno de los momentos de crecimiento del comercio mundial. Un@ podría preguntarse, ¿Y esto último que relación podrá tener con lo primero? 
    Lo anterior tiene la intensión de vincular nuestra propia historia sentida y recordada por muchos de nuestros pobladores que aún caminan por nuestras calles o por nuestros recuerdos. Esa época llamada de la “Violencia” (época que aún no termina) de mediados del siglo XX, es una violencia que intenta reacomodar la estructura agraria y que hoy día bajo la misma lógica, nos impone el “ordenamiento territorial” y que corresponde a una contextualización en el mapa del “reordenamiento” mundial.
    Tampoco es nuevo lo de la creación de grupos armados con el fin de expulsar a los legítimos dueños de la tierra. Desde 1933 los latifundistas crearon una Asociación Patriótica Económica Nacional APEN, organización que tuvo como propósito “perseguir y expulsar a los arrendatarios y aparceros” (1) y que en las últimas décadas resurgen con otro nombre con mayor fuerza, apoyo y legitimidad.
    El papel real del ICA, Incoder, CIAT, Facultades….
    Antes de que aparecieran estas entidades, las familias campesinas tenían todo un monte productivo, y con él, el poder. Un poder compartido por miles y miles de familias campesinas, un poder que hasta ellas mismas desconocían y que por ende nunca dimensionaron. Un poder que puso a temblar a la clase dirigente de Colombia y a la de otros países. Un poder que debía ser desarticulado lo más rápida y efectivamente posible. 
    Lo que los actos violentos no alcanzan a terminar, otras entidades públicas y privadas apoyadas, financiadas y orientadas desde afuera, son las encargadas de entran a terminar la misión de organizar la producción agropecuaria. Tal es el caso de las facultades de agronomía asociadas a los centros de investigación (ICA, CIAT, Cenicafé, entre otros), instituciones impulsadas desde la “Alianza para el Progreso” y fundaciones como la Rockefeller, quien fue la directamente responsable en el cambio de las políticas agrarias en Colombia y rematado con la Organización para la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), que fue la que reemplazó y dio continuidad a muchas de las tareas que traía el Plan Marshal, el cual se metió de narices en todos los países latinoamericanos para alinearlos y convertirlos en el sustento de los países “desarrollados”.
    Estas nuevas políticas orientadas al rompimiento de las estructuras orgánicas (desde lo organizativo, económico, político y cultural) de las poblaciones campesinas, arremetieron sin piedad y con un equipo de personas que rayaban en la estupidez, que creyeron hacer patria, a cambio de un sueldo que tampoco les pudo alcanzar hasta el día de hoy. Esto forzó a que muchas de nuestras familias Sevillanas exportadoras de café, pasaran a ser exportadoras de hij@s a los países que desde aquel entonces, vienen siendo cómplices de nuestro empobrecimiento. Hij@s que muchas veces quieren regresar y no lo hacen, por el temor y la vergüenza de llegar al pueblo después de tanto años y no tener lo suficiente para dar un espectáculo de arribismo.
    Cuando el Comité de Cafeteros pagó por destruir el cafetal de arábigos y talar los guamos, balsos, pizamos, madroños, cedros, palmas de corozos, medio cominos, molinillos, limón mandarinos, naranjos, mandarinos, matas de plátano y banano y hasta el yucal. Se inició la ruptura de la sustentabilidad del sistema cafetero y el poder que daba la soberanía alimentaria de los municipios cafeteros. Donde el sistema o paisaje productivo a través del ciclaje natural de nutrientes, los estiércoles de los animales acompañantes del sistema (gallinas, cerdos, entre otros), mantenía la fertilidad y con ella, la producción de dos (2) cosechas al año y el graneo permanente con el que se llenaban las tasas de tinto para consumo de la familia y de los trabajadores, los productos básicos para el sancocho, las frijoladas y el recalentado con arepa al desayuno. 
    Con la destrucción del paisaje productivo “financiada y orientada” desde el Comité de Cafeteros y siendo obediente a las obligaciones internacionales, se inicia la importación de insumos para la fabricación de abonos como parte de los compromisos adquiridos con las entidades promotoras del “Desarrollo”, abriéndole paso a la industria al precio que fuera necesario. Es allí donde se da la fuerza a los abonos de síntesis química como Abonos Colombia S.A. ABOCOL y luego a otros, los cuales a través de sus productos (urea y triple 15), terminaron por destruir la poca vida que sobre el suelo quedó después de haber sido alterado el sistema. Y saber que esta ola de abonos aún no termina y que este paquete tecnológico destructor de paisajes productivos, se continúa fomentando. 
    Ahora las pocas fincas de las familias campesinas de Sevilla, están sembradas con variedades de café altamente dependientes de abonos de síntesis química; con una economía campesina fracturada dependiendo de los precios internacionales y dependiendo de la voluntad del dueño de la fonda o de la tienda para sacar el fiao. Las demás familias campesinas que han entrado a engrosar las estadísticas de la población urbana, fueron conducidas y obligadas en su momento, a adquirir los créditos promovidos por los asesores del Comité de Cafeteros, donde al fallar casi en la totalidad los estudios de crédito (algo previsto de antemano y por ende irresponsable), terminaron con el remate y entrega de la finca a la Caja Agraria o a las manos de los oportunistas y agiotistas del pueblo.
    Como no entender que lo que ha venido ocurriendo en nuestro pueblo con relación a la tenencia de la tierra y al empobrecimiento de nuestras familias de todo el municipio, tiene que ver de manera directa con la expulsión de las familias campesinas de sus fincas, donde se han conjugado todo tipo y variedad de estrategias:
    .-La estrategia del miedo a través de amenazas y la intimidación.
    .-Propuestas insustentables agropecuarias llamadas ahora “Cadenas Productivas” vinculadas con la famosa “Competitividad” o proyectos de “Seguridad Alimentaria” que solo fortalece a la industria de semillas, abonos, alimentos concentrados y que desconocen el soporte real de la economía campesina.
    .-Políticas como la “Ley 1032 del 22 de junio de 2006, donde pueden condenar a la cárcel y con una multa a los campesinos que cultivan sus tierras con semillas criollas. O la Resolución 957 de 2008 del ICA, que prohíbe en la práctica la producción y el engorde de la Gallina Criolla campesina (Ahora que se cojan duro los puercos, pues esperemos la ley que saldrá después de la Influenza Porcina).
    .-La siembra de cultivos de pinos y eucaliptos que generan cambios bruscos de temperatura y heladas que arruinan las cosechas “cercanas” de otros cultivos.
    .-Y se remata, al intentar cambiar las tradiciones culturales productivas campesinas a través de programas como “Las Familias Guardabosque” o “Familias en Acción”.
    Lo anterior, es sin tener en la cuenta el nefasto y hoy día derogado “Estatuto de Desarrollo Rural”.
    Son cosas que hay que ir dejando claras, por que hay que tener “Luces para el Camino”.
    Josefa Blanco
    1-Tovar H, movimientos campesinos de los siglos XIX y XX, Bogotá, 1975. Citado por el sociólogo Orlando Fals Borda en la Historia de la Cuestión Agraria en Colombia, Editorial Punta de Lanza, Bogotá, 1975.

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