La destrucción del patrimonio histórico de Sevilla Valle.

Las Hermosas Araucarias del parque Uribe Uribe, cuyas ramas vienen cayéndose desde que éramos niños y niñas, son ahora el último banquete del afán modernista de la cultura diplomática sevillana. Las Araucarias conforman parte del paisaje urbano de Sevilla desde no sé cuantos años atrás. Allí jugamos en la infancia, recorrimos sus espacios del parque recubiertos por sus ramas, que igual caían, allí estudiamos en los exámenes finales, cuando había exámenes y estudiábamos con las amigas del antiguo Liceo Femenino y generaciones de sevillanos se sentaron en sus raíces y conversaron y amaron.

Con el transcurrir de la modernidad, estos árboles se convirtieron en un peligro y ahora serán talados. Que las va a reemplazar? La desnudez del espacio, convirtiendo la plaza Uribe en un monolítico espacio de concreto, seguro, pero sin sensibilidad, ni estética.

Años atrás, un sacerdote comerciante y con la aceptación tacita del pueblo y la ciudadanía, decidió destruir el cementerio central, para convertirlo en un negocio más lucrativo, derruyendo todos los monumentos, mausoleos y tumbas históricas de Sevilla. Destruyó el recuerdo urbano y de generaciones de sevillanos sin que a nadie le doliera, y hoy, al igual que el parque Uribe lo va a ser, es un monolítico espacio donde los muertos perdieron su personalidad. Así se borra la individualidad y el recuerdo de un pueblo.

Cuando recorro las calles, en mis escasos momentos de visita a mi pueblo, ya no veo los balcones colgantes, ni las chambranas de colores, ni las grandes y altas puertas de madera de las casas y casonas. Las casas de mis mayores, con sus colores vivos, sus ventanas, sus alfeizares. Ahora, los reemplazan fachadas planas de concreto, puertas metálicas y granito. Ahora el concreto se tomó las viviendas y poco a poco desaparece la arquitectura cultural cafetera de Sevilla.

Quien regula el patrimonio histórico sevillano? Quien se preocupa por conservar los saberes históricos que se esconden en las Araucarias, en los mausoleos familiares, en las fachadas de las viviendas tradicionales? Parece que nadie, y a pesar de que poco a poco se vuelve un pueblo mas, sin ninguna distinción urbana histórica memorable o importante, nuestra diplomacia sevillana se ufana de la modernidad y se enaltece cuando destruye los espacios y la memoria de nuestra pueblo.

Por: Edgar Álzate Díaz