5 de agosto de 2009
“Metiendo la plata”
“Meter la pata” es común en el género humano y en esa incómoda situación se ha visto el Papa, el cura, el sacristán, el monaguillo; el político, el empresario, las divas y el ciudadano del común.
Desde tiempos antiguos existe un completo inventario de “metidas de pata”, pero para no remontarme a épocas pretéritas, narraré embarradas de los tiempos modernos y enfilo mis baterías a los personajes de la política, zoológico rico en este tipo de anécdotas.
Un día por una céntrica calle bogotana, caminaba en compañía de su esposa y un grupo de guardaespaldas un presidente de voz gangosa y vistoso corbatín y de repente apareció un periodista para preguntarle:
-Señor Presidente, ¿cómo va la toma de la embajada?
El presidente malhumorado, le respondió:
El presidente malhumorado, le respondió:
-No sea inoportuno jovencito, ¿Usted no sabe que a un presidente no se le para en la calle?
Sin nadie preguntárselo, su señora esposa, agregó:
-Ni en la casa tampoco.
En uno de los tantos viajes que hizo a Europa, el mismo presidente vivió otra experiencia llena de picaresca. Cuando el avión volaba sobre Hamburgo, ciudad Alemana, la azafata de manera muy gentil le sugirió:
-Doctor, ¿Se quiere comer una hamburguesa?
El presidente con la decencia que lo caracterizaba, le contestó:
-Ganas no me faltan, señorita, pero me aparto de comerme el apetitoso bocado, porque si en Colombia me comí una cucuteña y casi pierdo el poder; si aquí me como una Hamburguesa se origina la tercera guerra mundial.
“La metida de pata” cinco estrellas, la protagonizó un presidente de vocecita acaramelada nacido por los lados del Eje Cafetero. El personaje en mención, asistió a un homenaje que en su honor se realizó en la ciudad de Bucaramanga. En el acto hubo discursos, abundantes viandas y mucho licor. Al filo de la media noche y ya pasado de tragos, el personaje quiso bailar un hermoso bolero que sonaba en ese instante y en zig-zag fue hasta una mesa vecina y allí le dijo a una supuesta dama:
-Señorita, ¿Baila este bolero conmigo?
Haciendo un ademán con su mano derecha, la supuesta diva rechazó el ofrecimiento, pero en medio de la borrachera el prestante hombre público insistió en la propuesta inicial. Para quitárselo de encima, la supuesta dama se paró y con voz angelical, le dijo:
-Excúseme, señor presidente, yo no puedo bailar con Usted, porque primero está sonando el Himno Nacional y segundo, porque yo soy el obispo de Pamplona y debo dar ejemplo de virtud a mis feligreses.
Por lo que sea descrito “meter la pata” es saludable, métala cuando le venga en gana, pero sea cuidadoso: Absténgase de comer hamburguesas y no se embriague en las fiestas, porque termina bailando tango con el Papa y este pecado no se lo perdona el de arriba y se lo pueden criticar los de abajo.
Javier Marulanda. Sevilla Valle, Colombia, Julio 28 año 2009