10 de diciembre de 2009
¡Pobre lengua española!
Duelen, en lo más profundo, la dejadez y la falta de investigación de los señores de la Real Academia Española.
Hace unos años, oficializaron el vocablo casete como ambiguo, es decir, el casete, la casete.
En nuestro entender, solo causa confusión en el hispanohablante el que tal término sea el único de nuestro idioma acabado por ete con esa característica. No hemos encontrado otro que no sea masculino: ojete, filete, retrete, jinete, palacete, grumete, pañete, etc.
Ahora, nos salen con la perla de que internet se puede escribir con mayúscula o con minúscula y que es masculino o femenino. En otras palabras, que cada quien lo escriba como a bien tenga.
Aquí, una vez más, se demuestra absoluta falta de criterio investigativo y de lógica. Desconocen el origen (internal network), que se trata de un acrónimo (el cual, en este caso, debe tomar el género de una posible traducción -red interna-, si no se ha vertido en nuestro idioma) y se derrumba la elemental diferencia entre nombre propio y nombre común.
En lo que conocemos de otros idiomas, NUNCA habíamos oído semejante disparate.
Solo falta que digan que se le puede marcar tilde o no y que se puede escribir con hache o sin hache, para perfeccionar semejante adefesio.
En reciente entrevista de Julio Sánchez Cristo al director de la Real Academia Española, nuestro coterráneo pronunció correctamente -según lo promulgado por esta entidad rectora- el término Nobel /nobél/ y el director lo hizo impropiamente /nóbel/, en contradicción con la propia institución donde labora.
Estos son tres de los muchísimos esperpentos de la Real Academia.
La conclusión, entonces, es: á se justifica la existencia de una entidad tan caótica? Pobre lengua española!
Autor Antonio J. Arias. Filólogo y Periodista Colombiano