4 de marzo de 2014

Míster Yuston

  • 4 de marzo de 2014
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  • Míster Yuston, fue un gringo de  cuarenta años  que vivió en Sevilla en 1955, y trabajó  con la “Compañía Americana de Utah”, más conocida como la  IUTA, la cual estaba pavimentando  la carretera que de Uribe conduce a Calarcá, y para el desarrollo de sus labores  tenía un campamento de casas prefabricadas  en  aluminio, ubicado en la Hacienda San Marcos,  donde hoy queda el balneario “Cielo y Tierra”; dicha finca fue administrada por don Antonio Noreña, quien conoció al americano y cuenta algunas de sus vivencias en estas tierras.  Míster Yuston, era el ingeniero jefe de la construcción de la obra y hablaba un español revuelto con el inglés. No le faltaba  un sombrero  blanco de corcho tipo safari para protegerse del sol, botas tejanas traídas directamente de  Dallas,  y era adicto a fumar   para lo cual usaba una pitillera de plástico  donde embutía un cigarrillo que fumaba con fruición hasta que al final quedaba  un montículo de cenizas que expulsaba  con una corriente de aire que exhalaba por la boca a través del pitillo, para ensartar otro de nuevo. Era  fumador empedernido y más parecía una chimenea ambulante que un caballero americano.

    En el campamento laboró Fabio Pardo, quien hoy ejerce como fotógrafo profesional en piñatas,  cumpleaños, matrimonios, bautizos, grados de bachiller y en cuanta reunión sea posible tomar una foto.

    Cuando míster Yuston salía del campamento para Sevilla a realizar tareas inherentes a su cargo, los obreros  dejaban sus herramientas y se dedicaban al jolgorio y a la holgazanería, y entretanto,  Fabio  desde un alto vigilaba el regreso de su patrón y con un santo seña, les gritaba a sus compañeros:

    ―Pilas que viene la  culebra.

    Entonces los operarios como diligentes hormigas, reiniciaban sus trabajos y el gringo al observar la gente tan comprometida  en sus tareas, les decía:

    ―Trabajador colombiano, mucho lo bueno.

    Los lunes, al inicio de cada jornada laboral, era frecuente que algunos obreros  le dijeran que estaban enfermos y requerían ir a donde el médico de la compañía, a lo cual les contestaba:

    ―Mucho “piche”…mucho “piche”

    Un sábado  por la tarde,  cuenta don Antonio,  que el  gringo entró a  tomarse sus aguardientes en el café “Real”, propiedad de  don Humberto Montealegre, y entre trago y trago  hacía buena amistad con las coperas, les daba besos,  les tocaba las nalgas y  con voz aguardentosa  decía:

    “Mujer colombiana, mucho lo buena” 

    Por la noche,  a la trigueña más hermosa del café,  le preguntó:

    ― ¿Tu cuánto valer para ir conmigo al cuarto?

    ―Míster, deme dos pesos.

    ― ¡Mucho barato…Yo darte veinte pesos y “rómpete” culo!

    En la hacienda la Astelia, propiedad de don Zabulón Sabogal,  a bordo de la vía había varias viviendas, tiendas, una capilla católica y  la sede  de la inspección de policía que ejercía con  esmero el señor  Gilberto  Gil ,  y allí en una casita vivía una  joven mujer blanca  muy hermosa, de ojos color miel,  a quien más tarde apodarían  “La gasolina”; míster Yuston se prendó de su belleza,  empezó a  frecuentarla hasta que cayó en sus bien tejidas redes, incluso llegaron a tener un hijo. Los deseos del  gringo eran  llevarse  a esta linda familia  para la Unión Americana  y vivir hasta  sus últimos   días con su amorosa dama, pero una noche  a  “La gasolina” se le encendió el carburante y se le metió el diablo en el cuerpo, y con un carretillero de menos edad que  ella, le puso los cachos, y “como en pueblo chiquito, infierno grande”, la noticia le llegó al americano  al café Real donde se encontraba con  Toño, don Mario Villa y otros amigos tomando  aguardiente blanco del Valle, y muy clarito le escucharon decir  entre sollozos:

    “¡Mujer puti mierda…hijiputa y mala!

    Desde ese día el gringo con una decepción amorosa que carcomía su alma, se fue con su hijo a vivir a los Estados Unidos y algunos sevillanos lo han visto  en New York deambulando por las calles,  y en cada esquina canta  una  melodía con fuerte influencia del reggaetón:

    “Quiero más gasolina…quiero más gasolina”
    Por Gustavo Noreña Jiménez
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    |WebMaster - Alirio Acevedo Sánchez|
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